La metalografía se basa en la reflexión de la luz sobre la probeta metalográfica para revelar sus constituyentes estructurales bajo el microscopio. Estos ensayos permiten tanto diagnósticos como pronósticos: determinan la calidad antes del uso o analizan fallos después del mismo. El proceso implica la extracción de la muestra, su preparación mediante desbaste y pulido, tratamientos químicos y observación microscópica. Esto proporciona una comprensión detallada de la estructura de los metales, crucial para evitar fallos y garantizar el rendimiento óptimo de las piezas.